Me he acabado de leer Fantasmas, por fin... porque ola que cosa tan jodida conseguirlo en la biblioteca y no lo pude renovar porque alguien ya lo había reservado otra vez :S. Pero bueno, con esto solo me queda por leerme de Palahniuk el de Diary, de los que están en la biblioteca y de la totalidad de libros... déjenme ver... copiemos de la wikipedia:
Ficción
- Insomnia: If You Lived Here, You'd Be Home Already (principios de los años 1990, no publicado) (Pues si no esta publicado pues ni modos)
- El club de lucha (Fight Club, 1996) — que fue adaptado en la película del mismo título Obviamente ya
- Superviviente (Survivor, 1999)
- Monstruos invisibles (Invisible Monsters, 1999)
- Asfixia (Choke, 2001)
- Nana (Lullaby, 2002)
- Diario: Una novela (Diary, 2003)
- Fantasmas (Haunted, 2005)
- Rant (2007)
- Snuff (2008)
- Pygmy (2009)
- Fugitives and Refugees: A Walk in Portland, Oregon (2003)
- Error humano (Stranger Than Fiction: True Stories, 2004)
3!!!! y descargar el dvd :P. Ahora vamos con las frases, que son muchas y no frases si no pedazotes de párrafos...
Y el señor Whittier dice:
-Es por esto que Moisés condujo a las tribus de Israel al desierto…
Porque aquella gente llevaba generaciones enteras viviendo como esclavos. Habían aprendido a no valerse por ellos mismos.
A fin de crear una raza de amos a partir de una raza de esclavos, die el señor Whittier, a fin de enseñar a un grupo controlado de gente a crear sus propias vidas, Moisés tuvo que ser un cabrón.
-Solamente os estoy obligando a cumplir vuestra palabra.-Lo que os detiene aquí es lo que detiene vuestra vida entera.
El aire siempre estará demasiado cargado de algo. Tu cuerpo estará dolorido o demasiado cansado. Tu padre, demasiado borracho. Tu mujer será demasiado fría. Siempre tendrás alguna excusa para no vivir tu vida.
La película: una sombra de un reflejo de una imagen de una ilusión.
Y ella dice: "Cada vez que me miro al espejo, es una investigación secreta de mercado".
Ella es su propio test de audiencia.
Que valora el atractivo de su fachada en una escala del uno al diez.
Y cada día ejecuta la prueba beta de una nueva versión mejorada de ella misma punto cinco.
Ajustándose para seguir las tendencias del mercado.
Con el aerobic flotando y parpadeando sobre su cara, su
ambición inmediata es
reducir la resistencia inicial del comprador.
Con la meta a largo plazo de convertirse en la inversión a largo plazo de alguien.
Como un bien de consumo duradero.
Tal vez sea por eso que él la está instruyendo gratis. La verdad, dice, es que tendría que escribir un maldito libro. Ese es el Sueño Americano: convertir tu vida en algo que puedas vender.
Aquí somos el equivalente moderno de la gente que estaba en la Villa Diodati.
Somos la versión moderna de la gente de la Mesa Redonda del Algonquin.
Nada más que gente que se cuenta historias los unos a los otros.
Gente en busca de una idea que produzca ecos que nunca se apaguen. Ecos en forma de libros, de películas, obras de teatro, canciones, series de televisión, camisetas, dinero.
Convertiremos nuestras vidas en una aventura terrible. Una historia de horror real con final feliz. Una prueba de que sobrevivimos para contar.
Salvo la Dama Vagabunda con su marido muerto en la mano, Miss América con su feto que crece y crece como una bola de nieve, célula a célula, dentro de ella, y la Señorita Estornudos con su alergia al moho, todos los demás queremos más. Más dolor y sufrimiento que sacar a la luz después, en los programas de entrevistas de las cadenas de televisión. En esos programas de la tele de los que habla Miss América. Aunque nunca nos salga una buena idea, aunque nunca escribamos nuestra obra maestra, estos tres meses atrapados aquí juntos pueden bastar para unas memorias. O una película. Un futuro que no consista en tener un trabajo normal. Sino en ser famoso.
Una historia que valga la pena vender.
El señor Whittier, nuestro villano, nuestro amo, nuestro demonio, a quien amamos y adoramos porque se dedica a torturarnos, suspira.
El jefe de sección me dice que los lectores no quieren leer un artículo sobre alguien que nació guapo y con talento, que cobro una fortuna por aparecer en la televisión y que después vivió feliz el resto de su vida.
No, la gente no quiere finales felices.
La gente quiere leer sobre Rusty Hamer, el niño de Make Room for Daddy, que se suicidó pegándose un tiro. O sobre Trent Lehmnan, el niño guapo de The Nanny and the Professor, que se colgó de la verja de un parque infantil. O sobre la pequeña Anissa Jones, que interpretaba a Buffy en Mis adorables sobrinos y que se abrazó a una muñeca llamada señora Beisley se trago la sobredosis de barbitúricos más grande de toda la historia del condado de Los Ángeles.
Eso es lo que quiere la gente. Por la misma razón que vamos a las carreras para ver como chocan los coches. Como dicen los alemanes: "Die reinste Freude ist die Schdenfreude". Nuestro placer más puro viene del dolor de la gente a la que envidiamos. La forma más genuina de placer. El placer que uno siente cuando una limusina gira en el sentido incorrecto en una calle de sentido único.
O cuando Jay Smith, el miembro de La Pandilla conocido como Pinky, fue encontrado muerto a puñaladas en el desierto a las afueras de las Vegas.
Es la clase de placer que sentimos cuando Dana Plato, la niña de Arnold, fue detenida, poso desnuda en Playboy y tomó demasiados somníferos.
La gente que hace cola en el supermercado, que recorta cupones y envejece… estos son los titulares que hacen comprar periódicos a la gente.
La mayoría de la gente quiere leer sobre Lani O'Grady, la guapa hija de Con Ocho Basta, que fue encontrada muerta en una caravana con la barriga llena de Vicodin y de Prozac.
Si no hay derrumbe, me dice el jefe de sección, no hay artículo.
El señor Whittier y la señora Clark están demasiado ocupados charloteando. Necesitamos que se pongan duros con nosotros. Nuestra historia necesita que nos azoten y nos golpeen.
No que nos maten de aburrimiento.
-Todo llamamiento a la paz mundial –diría el señor Whittier- es mentira. Una mentira muy bonita… nada más que otra excusa para luchar.
No, nos encanta la guerra.
La guerra. Las hambrunas. La peste. Nos llevan a la iluminación por la vía rápida.
-Intentar arreglar el mundo –suele decir el señor Whittier- es señal de un alma muy, muy joven. Intentar salvar a cualquiera de la ración de tristeza que le pertoca.
Siempre nos ha encantado la guerra. Nacemos sabiendo que la guerra es la razón de que estemos aquí. Y nos encanta la enfermedad. El cáncer. Nos encantan los terremotos. En este parque de atracciones que llamamos planeta tierra, el señor Whittier dice que nos encantan los incendios forestales. Los vertidos de petróleo. Los asesinos en serie.
Nos encantan los terroristas. Los secuestradores. Los dictadores. Los pederastas.
Joder, como nos gustan las noticias de la televisión. Las imágenes de gente haciendo cola al lado de una fosa enorme y abierta, esperando a ser ejecutados por un nuevo pelotón de fusilamiento. Las fotos en revistas satinadas de más gente normal y corriente hecha pedacitos sanguinolentos por un suicida cargado de explosivos. Los boletines de la radio sobre choques múltiples en la autopista. Los corrimientos de tierras. Los hundimientos de barcos.
Con las manos como si estuviera escribiendo un telegrama en el aire, el señor Whittier diría:
-Nos encanta que se estrellen aviones.
Nos encanta la polución. La lluvia acida. El calentamiento global. El hambre.
No, el señor Whittier no tiene ni idea…
- Vosotros sois permanentes, pero esta vida no lo es –dice el señor Whittier-. Uno no espera visitar un parque de atracciones y pasarse en él el resto de su vida.
No, solamente estamos de visita, y el señor Whittier lo sabe. Y hemos nacido para sufrir.
-Si podéis aceptar eso –dice-, podéis aceptar cualquier cosa que pase en el mundo.
La ironía es que si uno puede aceptar eso, ya nunca más sufrirá.
Pensad que vuestra alma es echada dentro como una fea roca,
un material en bruto o un recurso natural, como petróleo
crudo, o arena mineral.
Y todos los conflictos y el dolor son los abrasivos que nos
frotan,
Que pulen nuestras almas y nos refinan,
Que nos enseñan y nos completan durante una vida tras otra.
Y pensad que habéis elegido saltar dentro, una y otra vez,
Sabiendo que ese sufrimiento es la verdadera razón de que
hayáis venido a la tierra.
El señor Whittier, con los dientes apelotonados en su
mandíbula estrecha,
Con su cejas como plantas rodadoras muertas, con sus orejas de
murciélago extendidas
Y con las sombras de ejércitos desfilándole encima,
Dice:
"La única alternativa es que todos seamos eternamente estúpidos"
Libramos guerras. Luchamos por la paz. Combatimos el
Hambre. Nos encanta luchar.
Luchamos y luchamos y luchamos, con armas o palabras o
Dinero.
Y el planeta nunca es una pizca mejor de lo que era antes de nosotros.
Seguimos buscando vías de salía. Seguimos plantándonos delante de las puertas cerradas y pidiendo ayuda a gritos. Aunque no demasiado fuerte. No hasta que nuestra historia de para una buena película. Hasta que cada uno de nosotros se convierta en un personaje lo bastante flaco como para que lo interprete una estrella de cine.
Una historia que nos salve de todas las historias del pasado.
La señora Clark dice que a veces parece que nos pasamos la primera mitad de nuestra vida en busca de algún desastre. Y se echa un vistazo a su pecho erecto: una mirada que sus labios siliconados hacen casi imposible. De jóvenes, dice, queremos que algo nos haga frenar en nuestro avance o nos mantenga atrapados en un mismo sitio durante el tiempo suficiente como para mirar que hay debajo de la superficie del mundo. Ese desastre es un accidente de choche o una guerra. Que nos haga quedarnos quietos. Puede ser coger un cancero o quedarse embarazada. Lo importante es que parezca cogernos por sorpresa. Que ese desastre nos impida vivir la vida que habíamos planeado de niños: una vida de ir corriendo a todas partes.
-Seguimos creando el drama y el dolor que necesitamos –dice la señora Clark-. Pero ese primer desastre es una vacuna, una inoculación.
Uno se pasa la vida entera, dice ella, en busca de desastres, haciendo pruebas de aptitud a los distintos desastres, para tenerlo todo bien ensayado cuando llegue por fin el desastre ultimo.
-Todo apóstol o discípulo –dice la señora Clark-, cuando esa corriendo detrás de su salvador, esta corriendo también para escapar de otra cosa.
-Cuando te pasas día tras día en la cama –dice la señora Clark-, te das cuenta de que lo que mata a los vampiros no son las estacas de madera. Es toda la carga emocional y las decepciones que tiene que llevar encima siglo tras siglo.
Te conviene pensar que cada vez te vuelves más listo y gracioso. Que mientras te sigas esforzando, vas lanzado a ese gran éxito. Así es como te sentirías siendo un vampiro durante tal vez los primeros dos centenares de años. Después, lo único que tendrías seria la misma relación fracasada multiplicada por doscientos.
Y que.
El problema de la eterna juventud es que uno tiende a dejar las cosas para más adelante.
Esto viene a ser lo que hacen los seres humanos: convertir objetos en gente y convertir a la gente en objetos. En un sentido y en otro. En forma de represalia.
Puede que algunos hombres solamente quieren fotos de mujeres desnudas. Pero hay mujeres que solamente quieren la polla de un hombre. O su esperma. O su dinero.
Los dos sexos tiene el mismo problema con la intimidad.
"Si amas algo –dice el Casamentero-, libéralo."
Pero no te sorprendas si vuelve con un herpes
-Lo que importa –dice la hermana justiciera- es que la gente necesita un monstruo el que creer.
Un enemigo verdadero y horrible. Un demonio contra el cual definirse. De otra manera, no somos más que nosotros contra nosotros mismos.
Una cosa es que muera alguien, dice la hermana, alguien con la caja torácica aplastada tratando de respirar una vez más antes de morir, entre convulsiones y gemidos, con la boca muy abierta, dando bocanadas de aire. Cuando alguien tiene la caja torácica aplastada, dice, te puedes arrodillar a su lado en la calle a oscuras sin que nadie te vea. Puedes ver como se le entelan los ojos. Pero matar a un animal, bueno, es distinto. Los animales, dice, los perros, son lo que nos hace humanos. Son la prueba de nuestra humanidad. El resto de la gente simplemente nos hace redundantes. Los perros o los gatos, los pájaros o los lagartos nos convierten en dios.
Al héroe, al mesías aquel, nadie lo quería. A aquel estúpido hijo de puta, que había salvado una vida que no era la de él. Lo que la gente quería era un sacrificio cada pocos días, algo que arrojar al volcán. Nuestra ofrenda regular a un destino arbitrario.
"Para ser famoso en todos los hogares –dice el Chef Asesino-,
Lo único que hace falta es un rifle."
Es algo que aprendió en seguida, viendo las noticias.
Leyendo el periódico.
El Chef dice: "Si mi banda de garaje nunca consigue un contrato discográfico…".
O si su libro nunca encuentra editor...
Si su guion de cine nunca vez la luz verde...
Sin ninguna cadena elige su episodio piloto…
Las manos perfectas se retuercen y se deslizan sobre la cara del Chef: despellejan y deshuesan,
Machacan y sazonan
Empanan y fríen y adornan,
Hasta que el trozo de carne muerta queda demasiado bonito para comérselo.
Un rifle. Una mirilla. Buena puntería y un desfile de vehículos.
Lo que aprendió de niño, mirando las noticas de la
Televisión todas las noches.
"Para que no me olviden", dice el Chef.
Para que su vida no hay sido en vano.
Dice: "Ese es mi plan B"
Venimos aquí para estar lejos de los hombres, de los maridos que no quieren recoger calcetines sucios. De los maridos que nos arrean bofetadas y luego nos ponen los cuernos. De los padres decepcionados porque no somos chicos. De los padrastros que nos manosean. De los hermanos que nos intimidan. De los jefes. Los curas. Los policías de tráfico. Los médicos.
Lo que uno ha de tener en cuenta es que tal vez ella quería que la pillaran. Todos necesitamos a un medico que nos arranque de nuestro útero perfecto. Nos meamos y lloriqueamos pero agradecemos que dios nos saque a patadas del jardín del Edén.
Amamos nuestros padecimientos. Adoramos a nuestros enemigos.
Y hablando a través de él, el señor Whittier dice que los seres humanos necesitan aceptar la faceta de animales salvajes de su naturaleza. Que necesitamos alguna forma de agotar nuestros reflejos de luchar-o-huir. Esas habilidades que aprendimos durante los millares de generaciones pasadas. Si olvidamos nuestra necesidad de hacer daño y recibirlo, si negamos esa necesidad y la dejamos que se acumule, es entonces cuando tenemos guerra. Asesinos en serie. Tiroteos en las escuelas.
-¿Estás diciendo que tenemos guerra –dice San Destripado- porque la gente se aburre fácilmente?
Y el Eslabón Perdido dice:
-Tenemos guerras porque negamos que nos aburrimos fácilmente.
En el escenario el eslabón perdido dice: "Cada que respiras es gracias a que ha muerto alguien".
Algo o alguien ha vivido y ha muerta para que puedas tener esta vida.
Una montaña de muertos te aúpa para que veas la luz del sol.
El Eslabón Perdido dice: "¿Y el esfuerzo y la energía y el ímpetu de sus vidas…?".
¿Cómo te encontraran?
¿Cómo disfrutaras de su don?
Los zapatos de piel y el pollo frito y los soldados muertos
Solamente son una tragedia
Si malgastas tus dones
Sentado delante del televisor. O en un atasco de tráfico.
O retenido en un aeropuerto.
¿Cómo vas a mostrar a todas las criaturas de la historia?", dice
El Eslabón Perdido
¿Cómo vas a mostrar que su nacimiento y su trabajo y su muerte valieron la pena?
"Aunque Dios no nos perdone a nosotros- dice la Baronesa Congelación-, nosotros lo podemos perdonar a Él".
Tenemos que demostrarnos que somos más grandes que Dios.
"Tenemos que perdonar a Dios".
Por hacernos demasiados bajos. O gordos. O pobres.
Tenemos que perdonarle a dios nuestra calvicie.
Nuestra fibrosis quística. Nuestra leucemia juvenil.
Tenemos que perdonar la indiferencia de dios. El hecho de que nos abandone:
A nosotros, el experimento de ciencia olvidado de Dios,
Abandonado y enmohecido.
Los pececillos de dios, olvidados hasta vernos obligados a comer nuestra mierda del fondo de la pecera.
Alguien que se muere de asfixia porque tiene la garganta bloqueada por un pene, esa es la clase de escena que gana Óscars.
Siempre hacemos esto, dice el señor Whittier. Por la misma razón que los hijos de los hijos de los hijos de nuestros hijos siempre tendrán guerra y hambre y enfermedades. Porque amamos nuestro dolor. Amamos nuestro drama. Pero nunca jamás lo admitiremos.
Y San Destripado dice:
-Él no te ama.
La cara del santo no es más que dientes y ojos cuando dice:
-Whittier solo quiere destruir el resto del mundo.
Si podemos perdonar lo que nos han hecho…
Si podemos perdonar lo que hemos hecho a los demás…
Si podemos dejar atrás todas nuestras historias. El hecho de ser villanos o víctimas.
Solamente entonces tal vez podamos rescatar el mundo
-¿Tan malo sería? ¿Ser las dos últimas personas del mundo?
- Su mano rodea los dedos flácidos de la Señorita Estornudos, los envuelve y se cierran entorno a ellos, y el señor Whittier dice-: ¿Por qué no puede el mundo terminar de la misma forma en que ha empezado?- y ayuda a la Señorita Estornudos a ponerse de pie.
El pobre Larry, el pobre aficionado al rock gótico, con machas de maquillaje negro por toda su cara empolvada de blanco, con las uñas pintadas de negro y el pelo largo y greñudo teñido de negro, comparado con la gente a la que realmente le habían sacado los ojos los pájaros, con la gente muerta de verdad a los que se les retraían los labios dejando al descubierto los enormes dientes muertos comparado con la muerte de verdad, Larry no parecía otra cosa que un payaso de cara triste.
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