domingo, julio 26, 2009

El diario de Bridget Jones. Sobreviviré.





Ahora vamos con el siguiente:




—¿Por qué si no iba a salir con una persona tan monstruosamente alta como Rebecca, sin ningún sentido de la feminidad, sin tetas y sin culo, o sea, virtualmente un hombre? —dijo Jude.



Está ocurriendo algo extraño. ¡No sólo habrá entrevista a Colín Firth, sino que ésta se hará en Roma! Lo siguiente será que me digan que la entrevista tendrá lugar desnudos en una isla del Caribe en plan Cita a ciegas. Puedo entender que Dios me conceda un deseo para compensar por todo, pero esto, seguro, va más allá de cualquier razonamiento religioso normal. Sugiere que la vida está llegando a un clímax terrorífico y final, y que lo siguiente será una rápida carrera colina abajo hacia una muerte prematura. Quizá es una inocentada tardía.



Catorce minutos más tarde estábamos de vuelta. Crucé la habitación a toda prisa y me quedé helada. La luz del contestador estaba parpadeando.

—¿Lo ves? —dijo Jude con una voz horriblemente petulante—. ¿Lo ves?

Como si de una bomba de relojería se tratase, Shaz se acercó temblorosa y apretó ESCUCHAR MENSAJES.

—Hola, Bridget, soy Colín Firth. —Las tres dimos un salto hacia atrás. Era el señor Darcy. La misma voz afectada, profunda, de me-da-igual con la que le propuso matrimonio a Elizabeth Bennet en la BBC. Bridget. Yo. El señor Darcy había dicho Bridget. En mi contestador.

—Tengo entendido que el lunes vas a venir a entrevistarme a Roma —prosiguió—. Llamaba para concretar algún sitio donde encontrarnos. Hay una plaza llamada Piazza Navona, un sitio fácil de encontrar en taxi. Nos vemos a eso de las 4.30 junto a la fuente. Que tengas un buen viaje.

—1471, 1471 —dijo Jude atropelladamente—, 1471, deprisa, deprisa. ¡No, saca la cinta, saca la cinta!

—Llámale —gritó Sharon como un torturador de las SS—. Llámale y dile que os encontraréis en la fuente. Oh Dios mío .

El teléfono había vuelto a sonar; nos quedamos inmóviles, boquiabiertas. Entonces tronó la voz de Tom:

—Hola preciosas, soy el señor Darcy y sólo llamaba para saber si alguien me podría ayudar a quitarme esta camisa mojada.

De repente Shazzer salió del trance:

—Detenlo, detenlo —gritó, abalanzándose sobre el auricular—. Cállate, Tom, cállate, cállate, cállate.

Pero era demasiado tarde. La grabación de mi contestador en la que el señor Darcy decía la palabra Bridget y me pedía que nos encontrásemos en Roma, junto a una fuente, se había perdido para siempre. Y nadie en el mundo podrá nunca hacer nada al respecto. Nada. Nada.






Hurra! Aquí está el periódico.

Acabo de ver la entrevista. El Independent ha hecho caso omiso por completo de lo que yo escribí. Sé que lo entregué un poco tarde pero esto es intolerable. He aquí lo publicado:

Debido a dificultades técnicas insuperables, ha sido necesario publicar una trascripción directa de la grabación de la entrevista de Bridget Jones a Colín Firth.

BJ: Vale. Voy a empezar la entrevista ahora.

CF: (Sonando un poco histérico) Bien, bien.

(Una pausa muy larga)

BJ: ¿Cuál es tu color favorito?

CF: ¿Perdón?

BJ: ¿Cuál es tu color favorito?

CF: El azul.

(Larga pausa)

BJ: ¿Cuál es tu pudín favorito?

CF: Ejem. Créme brülée.

BJ: ¿Conoces la próxima película del libro de Nick Hornby, Al rojo vivo ?

CF: La conozco, sí.

BJ: (Pausa, crujido de papeles) ¿Crees...? Oh. (Más crujido de papeles) ¿ Crees que el libro de Al rojo vivo ha originado un género confesional?

CF: ¿Perdona?

BJ: Si ha. Originado. Un. Género. Confesional.

CF: ¿Originar un género confesional?

BJ: Sí.

CF: Bueno. Ciertamente el estilo de Nick Hornby ha sido muy imitado, y personalmente creo que es un género muy, ejem, atractivo, lo haya o no, mmm... originado.

BJ: ¿Has visto ya Orgullo y prejuicio, de la BBC?

CF: Lo conozco, sí.

BJ: ¿Cuando tuviste que sumergirte en el lago?

CF: Sí.

BJ: Cuando tuvieron que hacer otra toma, ¿tuviste que sacarte la camisa mojada y ponerte enseguida una seca?

CF: Sí, probablemente así fuera, sí. Scusi. Ha vinto. E troppo forte. Si grazie.

BJ: (Respirando irregularmente) ¿Cuántas tomas tuviste que hacer sumergiéndote en el lago?

CF: (Toses) Bueno. Las tomas bajo el agua fueron rodadas en un tanque en los Ealing Studios.

BJ: Oh no.

CF: Mucho me temo que sí. El, mmm, el momento en que estoy en el aire —extremadamente breve— lo hacía un especialista.

BJ: Pero se parecía al señor Darcy.

CF: Porque le habían puesto unas patillas y un traje del señor Darcy encima del traje de neopreno, que realmente hacía que se pareciera al último Elvis que vimos. Sólo pudo hacerlo una vez por imposición de la compañía de seguros y después hubo que comprobar que no sufría abrasiones durante las seis semanas siguientes. Todas las demás tomas con la camisa mojada era yo.

BJ: ¿Y la camisa tenía que ir siendo mojada?

CF: Sí, lo hacían con atomizador. La mojaban con un atomizador y entonces...

BJ: ¿Con qué?

CF: ¿Perdona?

BJ: ¿Con qué?

CF: Con un atomizador, un pulverizador, spray. Mira, ¿podemos...?

BJ: Sí pero, lo que yo quería decir es, ¿en algún momento tuviste que quitarte la camisa mojada y... ponerte otra?

CF: Sí.

BJ: ¿Para que te la volviesen a mojar?

CF: Sí.

BJ: (Pausa) ¿Has visto ya montada tu próxima película, Al rojo vivo?

CF: Sí.

BJ: ¿Cuáles te parece que son las principales diferencias y puntos en común entre el personaje de Paul de Al rojo vivo y...?

CF: ¿Y...?

BJ: (Tímidamente) El señor Darcy.

CF: Nadie me había preguntado eso nunca.

BJ: ¿De verdad?

CF: No. Bien... Creo que las principales diferencias son...

BJ: ¿Quieres decir que es... una pregunta muy obvia?

CF: No. Quiero decir que nadie me lo había preguntado antes.

BJ: ¿No te lo preguntan continuamente?

CF: No, no. Puedo asegurártelo.

BJ: Así que es...

CF: Es una pregunta totalmente nueva y fresca, sí, eso es.

BJ: Genial.

CF: Y ahora, ¿seguimos?

BJ: Sí.

CF: El señor Darcy no es hincha del Arsenal.

BJ: No.

CF: No es un profesor.

BJ: No.

CF: Vivió hace unos doscientos años.

BJ: Sí.

CF: Al Paul de Al rojo vivo le encanta estar entre la aglomeración de público viendo un partido de fútbol.

BJ: Sí.

CF: Mientras que el señor Darcy ni siquiera soporta un baile de pueblo. Ahora bien. ¿Podemos hablar de algo que no tenga que ver con el señor Darcy?

BJ: Sí.

(Pausa. Crujido de papeles)

BJ: ¿Sigues saliendo con tu novia?

CF: Sí.

BJ: Oh.

(Larga pausa)

CF: ¿Te encuentras bien?

BJ: (Casi inaudible) ¿Crees que las modestas películas británicas constituyen... digamos un paso hacia adelante?

CF: No te oigo.

BJ: (Tristemente) ¿ Crees que las modestas películas británicas constituyen un paso hacia adelante?

CF: ¿Un paso adelante hacia... (con tono alentador)... hacia qué?

BJ: (Meditativa pausa muy larga) El futuro.

CF: Bueno. Parecen hacernos avanzar paso a paso, creo. Me gustan bastante las películas modestas pero también me gustan las superproducciones y estaría bien que también hiciésemos más de ésas.

BJ: Pero ¿no te parece un problema que ella sea italiana y todo eso?

CF: No.

(Silencio muy largo)

BJ: (De mala gana) ¿Crees que el señor Darcy tiene una dimensión política?

CF: Sí que especulé sobre sus ideas políticas, si es que las tenía. Y no creo que fuesen muy atractivas para un lector del Independent. Es esa idea previctoriana o victoriana de ser el rico benefactor social, lo cual probablemente sería muy thatcheriano. Quiero decir que la idea de socialismo obviamente no había entrado en...

BJ: No.

CF: ... entrado en su esfera. Y está claramente expuesto en la forma de mostrar lo buen tipo que es en el hecho de que sea tan amable con sus inquilinos. Pero creo que estaría más cercano a una especie de figura nietzscheana, una...

BJ: ¿Qué es nichiana?

CF: Ya sabes, la idea de que, ejem, el ser humano es un superhombre.

BJ: ¿Superman?

CF: No... superhombre, no el personaje Superman, no. No. (Leve gemido) No creo que él llevase los calzones por encima de las mallas, no. Mira, realmente me gustaría dejar este tema.

BJ: ¿Cuál será tu próximo proyecto?

CF: Se llama El mundo del musgo.

BJ: ¿El mundo del musgo? ¿Es un programa de naturaleza?

CF: No. No, no. No. Es, mmm..., es, ejem, sobre una excéntrica familia de los años treinta, en la que el padre tiene una fábrica de musgo.

BJ: ¿No crece el musgo de forma natural?

CF: Bueno, no, él hace algo llamado musgo esfagnal, que se utilizaba para curar las heridas en la Primera Guerra Mundial y, ejem, es, es, una película bastante ligera y, ejem, cómica...

BJ: (Muy poco convencida) Suena muy bien.

CF: Espero de verdad que así sea.

BJ: ¿Puedo verificar algo acerca de la camisa?

CF: Sí.

BJ: ¿Cuántas veces exactamente tuviste que quitártela y volvértela a poner?

CF: Exactamente... no lo sé. Mmm. Déjame pensar... estaba la parte en la que yo caminaba hacia Pemberley. Se grabó una vez. Una toma. Y luego estaba la parte en que yo le daba mi caballo a alguien... creo que hubo un cambio.

BJ: (Más alegre) ¿Hubo un cambio?

CF: (Terminantemente) Lo hubo. Un cambio.

BJ: ¿Así que sólo hubo una camisa mojada?

CF: Una camisa mojada, que iban mojando, sí. ¿De acuerdo?

BJ: Sí. ¿Cuál es tu color favorito?

CF: Ya hemos pasado por ésta.

BJ: Mmm. (Crujido de papeles) ¿ Crees que la película Al rojo vivo trata en realidad de gilipollez emocional?

CF: ¿Cómo? Emocional ¿qué?

BJ: Gilipollez. Ya sabes: hombres enloquecidamente alcohólicos con fobia al compromiso y a los que sólo les interesa el fútbol.

CF: No, francamente no. Yo creo que en cierto sentido Paul está mucho más a gusto con sus emociones y tiene más libertad con respecto a eso que su novia. Creo que, de hecho, en el análisis final, y eso es lo que resulta tan atractivo en cuanto a lo que Nick Hornby está intentando decir en su defensa: que en un mundo más bien mundano y anodino ha encontrado algo capaz de proporcionarle experiencias emocionales que...

BJ: Perdona.

CF: (Suspiros) ¿Sí?

BJ: ¿No te parece la barrera del idioma un problema en la relación con tu novia?

CF: Bueno, ella habla muy bien inglés.

BJ: Pero ¿no crees que sería mejor que salieses con alguien que fuese inglesa y más de tu edad?

CF: Parece que nos va bien.

BJ: Mmm. (Sombríamente) Hasta ahora. ¿Preferirías alguna vez hacer teatro?

CF: Mmm. No suscribo la opinión de que en el teatro es donde se actúa de verdad y que en las películas no se actúa realmente. Pero me encuentro con que prefiero el teatro cuando lo estoy haciendo, sí.

BJ: Pero ¿no crees que el teatro es un poco... irreal y desconcertante, y que tienes que estar sentado durante horas viendo la obra, sin poder comer nada, ni hablar, ni...

CF: ¿Irreal? ¿Desconcertante e irreal?

BJ: SÍ.

CF: ¿Te refieres a irreal en el sentido de que...?

BJ: Te das cuenta de que no es real.

CF: En ese sentido sí es irreal, sí. (Leve gemido) Mmm. Aunque creo que no tiene por qué ser así si es bueno. Es mucho más... Resulta más artificial hacer una película.

BJ: ¿De veras? Supongo que no se hace todo de un tirón, ¿no?

CF: Bueno, no. No se hace así. No. Sí. Una película no se hace toda de un tirón. Se rueda por medio de tomas breves y por partes. (Gemido más fuerte) Tomas breves y pequeños fragmentos.

BJ: Ya veo. ¿Crees que el señor Darcy se habría acostado con Elizabeth Bennet antes de la boda?

CF: Sí, creo que lo habría hecho.

BJ: ¿De verdad lo crees?

CF: Sí. Creo que es perfectamente posible. Sí.

BJ: (Jadeante) ¿En serio?

CF: Creo que es posible, sí.

BJ: ¿Cómo sería eso posible?

CF: No sé si Jane Austen estaría de acuerdo conmigo al respecto pero...

BJ: No podemos saberlo porque está muerta.

CF: No, no podemos... pero creo que el señor Darcy de Andrew Davies lo habría hecho.

BJ: Pero ¿por qué piensas eso? ¿Por qué? ¿Por qué?

CF: Porque creo que para Andrew Davies era muy importante que el señor Darcy tuviese un instinto sexual poderosísimo.

BJ: (Jadeos)

CF: Y, mmm...

BJ: Creo que quedó muy, muy claro con la actuación. De verdad lo creo.

CF: Gracias. Hubo un momento en que Andrew incluso escribió como una indicación de escena: «Imagina que Darcy tiene una erección.»

(Enorme estruendo)

BJ: ¿De qué escena se trataba?

CF: Cuando Elizabeth ha estado paseando por el campo y se tropieza con él en los jardines, en la fase inicial.

BJ: ¿Es esa parte en la que ella está toda llena de barro?

CF: Y despeinada.

BJ: ¿Y sudorosa?

CF: Exacto.

BJ: ¿Fue una escena difícil de interpretar?

CF: ¿Te refieres a lo de la erección?

BJ: (Temeroso susurro) Sí.

CF: Mmm, bueno, Andrew también escribió «propongo que no nos centremos en eso», y por consiguiente al menos no fue necesario actuar en ese aspecto.

BJ: Mmm.

(Larga pausa)

CF: Sí.

(Más pausa)

BJ: Mmm.

CF: Entonces ¿eso es todo?

BJ: No. ¿Qué ocurrió con tus amigos cuando empezaste a ser el señor Darcy?

CF: Me hicieron muchas bromas: gritaban «Señor Darcy» en el desayuno y cosas así. Hubo un breve período en el que tuvieron que trabajar bastante duro para ocultar su conocimiento de quién era yo realmente y...

BJ: ¿Ocultárselo a quién?

CF: Bueno, a cualquier persona que sospechase que quizá yo era como el señor Darcy.

BJ: Pero ¿tú crees que no eres como el señor Darcy?

CF: Creo que no soy como el señor Darcy, así es.

BJ: Yo creo que eres exactamente igual que el señor Darcy.

CF: ¿En qué sentido?

BJ: Hablas igual que él.

CF: Oh, ¿en serio?

BJ: Eres clavado a él y yo, oh, oh...

(Estrépito prolongado seguido por algunos ruidos de lucha)






Pashcasado: Un amigo con el que solías salir y que ahora está casado y con hijos, al que le gusta tenerte cerca como recuerdo de su anterior vida pero que te hace sentir como una loca estéril y con el útero marchito imaginándote que el vicario está enamorado de ti.






«If», de Rudyard Kipling

Si puedes mantener la cabeza cuando todos a tu alrededor

la están perdiendo y culpándote de ello, si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres dudan de ti

y permitir además que así lo hagan, si puedes esperar y no cansarte de estar esperando o cuando te mientan, no dar pábulo a las mentiras, o cuando te odien, no dejar lugar al odio y aun así no parecer demasiado bueno, no hablar demasiado sabiamente;

si puedes soñar y no hacer de los sueños tus amos, si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu propósito,

si puedes conocer el triunfo y el desastre y tratar por igual a esos dos impostores si puedes soportar la verdad que tú mismo has pronunciado

deformada por bribones para tender una trampa a los tontos,

o ver las cosas por las que has dado tu vida, rotas y torcidas y construidas con herramientas gastadas;

si puedes hacer una pila con todas tus victorias y arriesgarla en una sola jugada a cara o cruz y perder, y volver a empezar desde el principio, si puedes forzar tu corazón, y tu valor y vigor para cuando llegue tu turno mucho después de que ellos se hayan ido

y así resistir, cuando no haya ya nada en ti excepto la voluntad que les dice: «¡Resiste!»;

si puedes hablar con cuervos y conservar tu virtud

o caminar con reyes, pero no perder el sentido común,

si ni los enemigos ni los amigos más queridos pueden herirte,

si todos los hombres te importan, pero ninguno demasiado,

si puedes llenar el implacable minuto

con sesenta segundos de valiosa y distanciadora carrera,

tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella

y lo que es más, ¡serás un Hombre, hijo mío!






50,7 Kg., 2 cigarrillos (pero a un precio horrible), fantasías relacionadas con Mark Darcy/Colin Firth/el príncipe William irrumpiendo aquí y diciendo: «¡En nombre de Dios y de Inglaterra, soltad a mi futura mujer!»: constantes.





No puedo creer que esté muerta. Tengo que mirar continuamente el titular del periódico para creérmelo. De verdad, la princesa Diana era la santa patrona de las mujeres solteronas porque ella empezó como en el arquetípico cuento de hadas, haciendo lo que todas pensábamos que se suponía deberíamos hacer, o sea, casarnos con un hermoso príncipe, y fue lo bastante honesta como para decir que la vida no es así. Además te hacía sentir que si una persona tan hermosa y fantástica podía ser tratada como una mierda por los estúpidos hombres y no sentirse amada y sufrir la soledad, entonces el hecho de que pudiera pasarte a ti no significaba que fueras basura. Y encima nunca dejó de reinventarse a sí misma y de solucionar sus problemas. Ella siempre lo estaba intentando con todas sus fuerzas, como hacen las mujeres modernas.




Día. de ensueño cuyo punto álgido fue ir a Tesco Metro con Mark Darcy. Él no dejó de meter cosas en el carrito: frambuesas, Háagen-Dasz de praliné y crema, y un pollo con una etiqueta que decía «Muslos extra gordos».

Cuando llegamos a la caja el total era de 98,70 libras.

—Esto es increíble —dijo sacando su tarjeta de crédito y moviendo la cabeza con incredulidad.

—Lo sé —dije tristemente—, ¿quieres que contribuya?

—Dios, no. Esto es alucinante. ¿ Cuánto durará toda esta comida?

Miré el contenido dubitativa.

—¿Una semana?

—Pero eso es increíble. Es extraordinario.

—¿Qué?

—Bueno, cuesta menos de cien libras. ¡Eso es menos que una cena en Le Pont de la Tour!

Cociné el pollo con Mark y él estaba entusiasmadísimo, paseándose de un lado a otro de la cocina, entre corte y corte.

—O sea, ha sido una semana tan genial... ¡Esto debe de ser lo que hace la gente todo el tiempo! Van a trabajar y después vuelven a casa y la otra persona está allí, y charlan y miran la tele y cocinan. Es alucinante.

—Sí —dije mirando de lado a lado y preguntándome si quizá estaba loco.

—Quiero decir que, ¡no he corrido ni una vez hacia

el contestador para ver si alguien sabe que existo en el mundo! —dijo—. No tengo que ir a sentarme a algún restaurante con un libro y pensar que pueda acabar muriendo solo y...

— ... ¿ser encontrado tres semanas más tarde medio devorado por un perro lobo? —acabé la frase por él.

—¡Exacto, exacto! —dijo mirándome como si acabásemos de descubrir la electricidad a la vez.

—¿Me disculpas un minuto? —le dije.

—Claro. Ejem, ¿por qué?

—Sólo será un momento.

Me dirigía a toda velocidad escaleras arriba para llamar a Shazzer y contarle la revolucionaria noticia de que quizá, después de todo, ellos no sean los inasequibles adversarios extraños, sino que son como nosotras, cuando el teléfono sonó en el piso de abajo.

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